Hace de subrepticio trasfondo a este relato una de las grandes tragedias acontecida a la humanidad: la carnicería del pueblo taíno por el invasor español; implícita campea, cual espada del Mío Cid, la barbarie en cierne.
El recuento de los acontecimientos y la representación del taíno, tanto en las crónicas como en otros manuscritos, son verdades a medias y el genocidio es recordado como un mero hecho histórico que no conmueve la conciencia del isleño.
Bajarí, joven elegido de la Diosa Madre para rescatar al cemí Coatuba, y Ahoye, su fiel amigo, emprenden una aventura hacia el monte cemí por cañadas y cumbres, desiertos y humedales, encarando el Maligno y sus huestes de maboyas sin frenar la hecatombe que se avecina.
Por su forma lograda de enlazar la narración portentosa y la prosa épica, con ostensible autenticidad, consigue el autor esbozar la cultura y mitología de esta civilización prehispánica.
Bajarí, hijo del mecenas Aymamón, cacike de Aymaco, a quien Júcaju dio el guanín y la ciega balanza, y de la divina Estarei, la que salió al mundo con una estrella marcada en la frente, favorita de Atabex, caminaba raudo la trocha ansioso de llegar al yucayeke. La tarde reinaba en placidez y la Diosa Naturaleza afloraba en fastuoso despliegue palingenésico, el arroyo tenía la voz de la fuente y los aromas de las plantas tomaban la dirección del viento. Un pertinaz trino hendió el sosiego como saeta: «jui, jui». Vasto y hondo se difundió el augural gorjeo como si procediera de todos los cuadrantes y el monte mismo hiciera coro en el pico de la aviesa avecilla. Bajarí crispó los rasgados ojos e invocó a Júcaju: «Tempestuoso señor, primogénito y predilecto de la Diosa Madre, dispénsanos tu favor y que ningún daño provenga de jui jui a la buena gente de Borikén». (Incio de la novela)
Humberto Méndez Charneco nació en Moca, Puerto Rico, en 1941. Obtuvo bachillerato de la Universidad de Puerto Rico, maestría de la Central Michigan University y Juris Doctor de Brooklyn Law School. Publicó su novela La esperanza en el ayer de la colina en 1993, seguida del drama musical El velorio de reyes en el 1994. Les sucedieron las novelas El sueño en el 2000, Votivas al limbo en el 2002 y Sobre santos y locos en el 2014. Entusiasta de la música de trío, ha escrito centenas de canciones que, si bien no impresas en grabaciones fonográficas, incorpora a la prosa melodiosa de sus novelas. Desde el 1969 reside en la ciudad de Nueva York, donde ejerce como abogado.