Se ha topado con un libro construido por un gran lector. Raúl Castillo Soto despliega una sabiduría en la escritura que solo se adquiere cuando se le ha dedicado muchas horas al maravilloso mundo de la lectura. El hogar de los escombros reconfigura los cuentos de aparecidos dándole a estos un aire de leyenda urbana. El autor nos sorprende con finales que nos llevan a la perplejidad. Sus referentes literarios le permiten jugar con el delicado arte de la intertextualidad. Castillo salpica, deliciosamente, algunos de los cuentos con citas, poemas, referencias a libros y escritores. Puerto Rico se convierte en un escenario prolífero para enmarcar estas historias, pero es un Puerto Rico nuevo, aun siendo el mismo. La fantasía se une con maestría al lenguaje coloquial y al incidente cotidiano para configurar cuentos que al final se convierten en piezas enigmáticas o sobrecogedoras.
–Emilio del Carril
El elevador
Todos los días la veía a la hora de salida, frente al elevador en el onceavo piso. Hoy, el ataviado profesional de dos piezas en cashmere azul resaltaba sus torneados y firmes muslos; de igual manera, sus rotundos y simétricos glúteos. Al deslizarse las dobles puertas, entraron juntos. Ella ni siquiera le concedió el privilegio de una mirada, tampoco pareció reconocer que coexistían en el mundo de los mortales. Sin embargo, a Gustavo le complacía estar justo detrás de ella en aquel reducido espacio, junto a otros doce que para él, tampoco existían. El diario perfume floral y la inusitada proximidad lo martirizaban.
(Una sacudida, dejó todo en penumbras.)
Siguieron gritos. Una mano temblorosa se aferró de su brazo. Otra subió por su pierna, rozando la parte abultada frente al pantalón. Aquella ondulante silueta, ahora presionaba su espalda baja contra una parte de él sobre la cual había perdido control. Mordió sus húmedos labios, y cerró los ojos momentáneamente… Las luces regresaron, con la cercanía de Agustín, el oficinista de finanzas, quien también se mordía los labios mientras le guiñaba un ojo.
Raúl Castillo Soto nació en San Juan de Puerto Rico. Obtuvo su Bachillerato en Psicología, de la Universidad Interamericana (1981); y una Maestría en Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico (1989). Es autor de los poemarios Voces bajo la carpa (2009), y Enigmas (2012), y co-autor de Caminos de luz: sueños en 3 actos (LyricSpan Press; 2009), junto a los destacados poetas españoles Ramiro Carballal y Pedro Ferreira. Castillo obtuvo primer lugar en el XIX Concurso Internacional de Poesía (Instituto de Cultura Peruano, 2010); y el segundo lugar en el Premio Nacional de Poesía Guajana (2010). Resultó además ganador del Certamen Nacional de Literatura Manuel Joglar Cacho (2010) en las categorías de poesía y cuento; y fue honrado con un Segundo Accésit en el Certamen Eugenio Florit (2008) por su obra Noctámbulo de diez espacios. Figura en las antologías Poetas y Narradores del 2010 (ICP, Miami) y en las antologías de poesía Que no cesen rumores (Santo Domingo, 2010) y Matices (Editorial Génesis, Buenos Aires, 2007). El autor es miembro del Círculo de Cultura Panamericano. Se desempeña como trabajador social en el Distrito Escolar de Trenton, New Jersey.