En los relatos de Cielos vacíos, Georges Ferdinandy empata el paisaje de las ciudades con el de la experiencia del inmigrante. En esta ocasión, el espacio urbano se vuelve un lugar ricamente extraño. Ante nuestros ojos, ciudadanos repetidos de esos lugares, la ciudad reaparece como ente desconocido. Se opera una oposición –intercambio difícil– entre el transcurrir sordo de los habitantes y el visitante que se aproxima desde una lejanía que aún le sirve de huella. Monotonía de un lado, nostalgia de otro. Los hábitos más elementales lucen disecados, polvorientos, marcados por lo incomprensible. No es raro que el lenguaje fluya en una lucha interna, al punto que en ocasiones el estilo, ése que es el hombre, sucumbe ante la experiencia sórdida. En estas excelentes narraciones húngaro-boricuas de Georges Ferdinandy asoma el fantasma emigrante que en determinado momento es cada uno de nosotros, a veces en otro país, ocasionalmente en otra ciudad, muy a menudo en nuestro espacio más habitual.
–Pedro Antonio Valdez
György (Georges) Ferdinandy nació en 1935 en Budapest, Hungría. Abandonó su país después de la Revolución de 1956. Vivió en Francia y España, trabajó como obrero en la fábrica Ford de Colonia, hizo su doctorado en la Universidad de Estrasburgo. De 1964 al 2000 se desempeñó como profesor en la Universidad de Puerto Rico. Sus primeros libros de cuentos y relatos escritos en francés, obtuvieron el Premio Del Duca y el Premio Literario Antoine de Saint-Exupery. Durante treinta años, sus textos se publicaron en Le Monde-Dimanche y por la Editorial Denoël de París. Actual-mente, su obra se edita en su país natal, donde obtuvo el Premio Nacional József Attila y donde fue nominado al Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2005. En el 2000 publicó Exilio, que ganó el Premio de Narrativa en Lengua Extranjera del PEN Club de Puerto Rico y en el 2003, Regresos; Cielos vacíos es su tercer libro en español.