“Todo de noche de Alejandro Torres es un poemario que invita a la lectora y al lector a dilucidar varias incógnitas. Hay una dimensión tanto baudeleriana (con sus Petit poemes en prose y el clásico verso de “Embriagaos”: hay que estar siempre borrachos) como rimbaudiana, por lo maldito de la expresión. Sin embargo, estos poemas se encuentran de frente con lo mejor del primer Abniel Marat, Moisés Agosto y Manuel Ramos Otero; Todo de noche está en su misma onda de frecuencia. Los dibujos de Wilma Torres que ilustran el libro se complementan con los versos en un diálogo obligado entre verbo e imagen. Interesa que haya una nota de desencanto en un poeta joven y que se hable de muerte y de silencio con tanta insistencia. He aquí una voluntad estética frente al enigma amoroso del eros y el tanatos. Asistimos al grado cero del placer entre dos personas más allá de cualquier atadura. Todo de noche se enmarca en una clandestinidad de lo que no necesariamente se oculta sino que se hace abiertamente en el espacio privado de la noche.”
Alejandro Torres (Aguas Buenas,1976). La poesía forma parte de la vida de este joven poeta desde su temprana preadolescencia. El autor describe sus primeros poemas como melodramáticos y de tendencia lírica. Esta inclinación aún lo acompaña al igual que un dramatismo ya purificado con la experiencia y los años. Alejandro continuó escribiendo irregularmente durante su escuela intermedia y superior, pero es en la universidad donde sus rasgos poéticos se definirán más claramente. “La mirada tras el cristal” y “Tentación” son poemas claves en esta etapa. Escritos ambos, posiblemente, un año antes que el resto del poemario, representan para el autor el descubrimiento de su voz poética.Ya el reto no era escribir un buen poema, el reto era escribir un libro. Y como un reto y una necesidad nació Todo de noche. Poemario escrito en pocos meses cuando Alejandro contaba con veinte años de edad. Este joven poeta, de actitud calmada y sentido de humor maldito, cursó estudios en Biología en el Colegio Universitario de Cayey. Nos confiesa además, que camina con el peso de su segundo libro en la mente.